venerdì 13 dicembre 2019


TEMA 4

Plurilingüismo y pluriculturalismo
En el tema 4 vimos que el plurilingüismo y el pluriculturalismo forman parte de las competencias del MCER.
Ser plurilingüe no indica solo la capacidad de una persona de conocer dos o más lenguas, sino que hace referencia al desarrollo individual activo y constante de dos o más idiomas. Al ser plurilingüe, entonces, un individuo suele fomentar una competencia comunicativa en la que todos los conocimientos lingüísticos y culturales interactúan, formando, de esta manera, dominios para comunicarse de forma eficaz. Finalmente, el propósito último del plurilingüismo no es el de alcanzar un nivel nativo en todas las competencias que incluye un idioma, sino generar una colección de habilidades y contenidos relativos a todas las capacidades lingüísticas.
Además, la competencia plurilingüe no se refiere solo al conocimiento de idiomas oficiales, sino también a dialectos o variedades, y a recursos paralingüísticos (se refieren al lenguaje no verbal, como gestos y lenguaje de signos entre otros). Asimismo, al conocimiento de una lengua se une inevitablemente el conocimiento de la cultura en la que esta se sitúa. Sin embargo, una misma persona tiene diferentes perfiles de competencia en diferentes lenguas, así como tiene un perfil pluricultural que difiere del perfil plurilingüe, y puede que los dos no se desarrollen al mismo tiempo.
Con respecto a este último punto, en esta entrada me gustaría hablaros de una temática específica: ¿es verdad que pensamos de forma diferente en distintos idiomas?
A continuación, analizaré este punto dando razones y ejemplos.
¿Es verdad que pensamos de forma diferente en distintos idiomas?
"Es difícil de explicar a una persona que no sea veneta lo que significa freschìn"

Durante el curso de la historia y todavía hoy en día se siguen haciendo estudios sobre varios aspectos de las lenguas. Uno de estos se refiere a comprobar si es verdad que pensamos de forma distinta en diferentes idiomas. La respuesta a esta pregunta es que sí, y nos damos más cuenta de ello en el momento en el que tenemos un conocimiento intermedio o profundo de dos o más idiomas y cuando estos pertenecen a familias lingüísticas y a culturas más lejanas entre ellas; sin embargo, también entre idiomas muy parecidos y culturas cercanas siempre hay diferencias y estas puede que sean más difíciles de distinguir debido a la semejanza de los idiomas y/o culturas. El estudio de la hipótesis llamada “pensar para hablar” dice que la estructura de un idioma nos obliga a seguir ciertos aspectos de la realidad que son relevantes para una lengua en el momento en el que se utiliza esa lengua. Estos aspectos obviamente son el fruto de un amplio proceso cultural, porque a lo largo del curso de la historia cada lengua va codificando diferentes aspectos de la realidad según la cultura a la que pertenece. Por eso, dependiendo de la lengua y de la cultura que acompaña a esa lengua, estas nos llevan a pensar de una forma particular, porque, creciendo, entrenamos a nuestro cerebro a ser un experto sobre una serie de dimensiones bastantes específicas.
Igual la mayoría de vosotros no lo sabe, pero yo soy nativa italiana y hablo diferentes idiomas, algunos mejor que otros, como el italiano, el español, el inglés y también un poquito de alemán. Pero también conozco a otro idioma no oficial que es un dialecto que se habla en la región de Italia donde nací yo y al que se le llama dialecto “veneto” (de la región italiana del “Veneto”). Este idioma al no ser oficial, no se enseña en las escuelas (como por ejemplo el gallego) y tampoco tiene unas reglas estándar, simplemente es un idioma que se trasmite oralmente de generación en generación. De hecho, mi familia conoce y entiende perfectamente el italiano, pero no lo habla; de forma que yo desde pequeña crecí escuchando y hablando dos idiomas contemporaneamente, que son el italiano y el dialecto “veneto”, que, entonces, se pueden considerar ambos como mis idiomas nativos.
Recientemente descubrí que desde siempre utilicé una palabra que pensaba existiera también en italiano, y posiblemente también en otros idiomas, pero solo se usa en mi dialecto. La palabra en cuestión es “freschìn” e indica un olor particular que solo se llegó a identificar en la cultura “veneta” por parte de las amas de casa y que ahora más o menos está difundida en todo el norte de Italia. De hecho, esa palabra indica “ese olor que emana principalmente el huevo o el pescado no necesariamente estropeado. El pescado puede oler a “freschìn” cuando ya no está fresco, pero las manos huelen a “freschìn”, incluso si han tocado pescado fresco. Los huevos dejan el olor en los objetos o recipientes que entran en contacto con la yema y la clara, incluso si están muy frescos. El agua, aunque no la tenga en sí misma, transmite este olor a vasos y platos”. Esta es la definición de “freschìn”, traducida al español, que se encuentra en el libro “Parole Venete” (Neri Pozza, 1996) de Manlio Cortelazzo, descripción dada por el dialectólogo Erminio Girardi. El hecho de que esta palabra solo exista en mi cultura “veneta”, lo fui descubriendo poco a poco y solo en el momento en el que me mudé a España para vivir con mi novio de aquí, esto porque, como podemos deducir de su definición, es una palabra que se utiliza fundamentalmente en un contexto muy hogareño. Por consiguiente, hubo ocasiones en las que necesitaba utilizar esta palabra, pero no conocía su traducción al español. Entonces empecé a buscarla, pero tampoco la encontraba en el vocabulario de italiano. Después de varias investigaciones, pues, descubrí que este término existe solamente en mi dialecto y en ningún otro idioma. Otro factor que me sorprendió, fue que, al intentar explicar este olor a mi novio, él no consiguiera identificarlo. Pues esto es justo a lo que se refiere el estudio “pensar para hablar”, que lo que nos quiere decir es que cada idioma (y dialecto), en realidad representa una organización conceptual autónoma y original del mundo, condicionada por factores extralingüísticos (sociales y culturales, establecidos en el tiempo), que interpreta los datos de la realidad de una manera determinada, no necesariamente compartida por otros idiomas.
Para concluir, quiero decir que conocer otro(s) idioma(s) es unas de las ventajas personalmente más enriquecedoras para una comprensión más profunda y específica del mundo, ya que cada lengua nos permite ver la realidad desde diferentes perspectivas.

Enlace para vídeo sobre la hipótesis “pensar para hablar”:
Enlaces para saber más sobre la palabra “freschìn”:

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