TEMA 4
Plurilingüismo
y pluriculturalismo
En
el tema 4 vimos que el plurilingüismo y el pluriculturalismo forman parte de
las competencias del MCER.
Ser
plurilingüe no indica solo la capacidad de una persona de conocer dos o más
lenguas, sino que hace referencia al desarrollo individual activo y constante
de dos o más idiomas. Al ser plurilingüe, entonces, un individuo suele fomentar
una competencia comunicativa en la que todos los conocimientos lingüísticos y
culturales interactúan, formando, de esta manera, dominios para comunicarse de
forma eficaz. Finalmente, el propósito último del plurilingüismo no es el de
alcanzar un nivel nativo en todas las competencias que incluye un idioma, sino generar
una colección de habilidades y contenidos relativos a todas las capacidades
lingüísticas.
Además,
la competencia plurilingüe no se refiere solo al conocimiento de idiomas
oficiales, sino también a dialectos o variedades, y a recursos paralingüísticos
(se refieren al lenguaje no verbal, como gestos y lenguaje de signos entre
otros). Asimismo, al conocimiento de una lengua se une inevitablemente el
conocimiento de la cultura en la que esta se sitúa. Sin embargo, una misma
persona tiene diferentes perfiles de competencia en diferentes lenguas, así
como tiene un perfil pluricultural que difiere del perfil plurilingüe, y puede
que los dos no se desarrollen al mismo tiempo.
Con
respecto a este último punto, en esta entrada me gustaría hablaros de una
temática específica: ¿es verdad que pensamos de forma diferente en distintos
idiomas?
A continuación,
analizaré este punto dando razones y ejemplos.
¿Es verdad que pensamos de forma diferente en
distintos idiomas?
"Es difícil de explicar a una persona que no sea veneta lo que significa freschìn" |
Durante
el curso de la historia y todavía hoy en día se siguen haciendo estudios sobre
varios aspectos de las lenguas. Uno de estos se refiere a comprobar si es
verdad que pensamos de forma distinta en diferentes idiomas. La respuesta a
esta pregunta es que sí, y nos damos más cuenta de ello en el momento en el que
tenemos un conocimiento intermedio o profundo de dos o más idiomas y cuando
estos pertenecen a familias lingüísticas y a culturas más lejanas entre ellas; sin
embargo, también entre idiomas muy parecidos y culturas cercanas siempre hay
diferencias y estas puede que sean más difíciles de distinguir debido a la semejanza
de los idiomas y/o culturas. El estudio de la hipótesis llamada “pensar para
hablar” dice que la estructura de un idioma nos obliga a seguir ciertos
aspectos de la realidad que son relevantes para una lengua en el momento en el
que se utiliza esa lengua. Estos aspectos obviamente son el fruto de un amplio
proceso cultural, porque a lo largo del curso de la historia cada lengua va codificando
diferentes aspectos de la realidad según la cultura a la que pertenece. Por eso,
dependiendo de la lengua y de la cultura que acompaña a esa lengua, estas nos
llevan a pensar de una forma particular, porque, creciendo, entrenamos a nuestro
cerebro a ser un experto sobre una serie de dimensiones bastantes específicas.
Igual
la mayoría de vosotros no lo sabe, pero yo soy nativa italiana y hablo
diferentes idiomas, algunos mejor que otros, como el italiano, el español, el
inglés y también un poquito de alemán. Pero también conozco a otro idioma no
oficial que es un dialecto que se habla en la región de Italia donde nací yo y
al que se le llama dialecto “veneto” (de la región italiana del “Veneto”). Este
idioma al no ser oficial, no se enseña en las escuelas (como por ejemplo el
gallego) y tampoco tiene unas reglas estándar, simplemente es un idioma que se
trasmite oralmente de generación en generación. De hecho, mi familia conoce y
entiende perfectamente el italiano, pero no lo habla; de forma que yo desde
pequeña crecí escuchando y hablando dos idiomas contemporaneamente, que son el
italiano y el dialecto “veneto”, que, entonces, se pueden considerar ambos como
mis idiomas nativos.
Recientemente
descubrí que desde siempre utilicé una palabra que pensaba existiera también en
italiano, y posiblemente también en otros idiomas, pero solo se usa en mi
dialecto. La palabra en cuestión es “freschìn” e indica un olor
particular que solo se llegó a identificar en la cultura “veneta” por parte de
las amas de casa y que ahora más o menos está difundida en todo el norte de Italia.
De hecho, esa palabra indica “ese olor que emana principalmente el huevo o el pescado
no necesariamente estropeado. El pescado puede oler a “freschìn” cuando
ya no está fresco, pero las manos huelen a “freschìn”, incluso si han
tocado pescado fresco. Los huevos dejan el olor en los objetos o recipientes
que entran en contacto con la yema y la clara, incluso si están muy frescos. El
agua, aunque no la tenga en sí misma, transmite este olor a vasos y platos”. Esta
es la definición de “freschìn”, traducida al español, que se encuentra
en el libro “Parole Venete” (Neri Pozza, 1996) de Manlio Cortelazzo, descripción
dada por el dialectólogo Erminio Girardi. El hecho de que esta palabra solo
exista en mi cultura “veneta”, lo fui descubriendo poco a poco y solo en el
momento en el que me mudé a España para vivir con mi novio de aquí, esto porque,
como podemos deducir de su definición, es una palabra que se utiliza fundamentalmente
en un contexto muy hogareño. Por consiguiente, hubo ocasiones en las que
necesitaba utilizar esta palabra, pero no conocía su traducción al español. Entonces
empecé a buscarla, pero tampoco la encontraba en el vocabulario de italiano. Después
de varias investigaciones, pues, descubrí que este término existe solamente en
mi dialecto y en ningún otro idioma. Otro factor que me sorprendió, fue que, al
intentar explicar este olor a mi novio, él no consiguiera identificarlo. Pues esto
es justo a lo que se refiere el estudio “pensar para hablar”, que lo que nos
quiere decir es que cada idioma (y dialecto), en realidad representa una
organización conceptual autónoma y original del mundo, condicionada por
factores extralingüísticos (sociales y culturales, establecidos en el tiempo),
que interpreta los datos de la realidad de una manera determinada, no
necesariamente compartida por otros idiomas.
Para
concluir, quiero decir que conocer otro(s) idioma(s) es unas de las ventajas personalmente
más enriquecedoras para una comprensión más profunda y específica del mundo, ya
que cada lengua nos permite ver la realidad desde diferentes perspectivas.
Enlace para vídeo sobre la hipótesis
“pensar para hablar”:
Enlaces para saber más sobre la
palabra “freschìn”:
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